Es el primer libro que leo de Raúl González Tuñón y es uno de los últimos que él escribió (las
biografías no siempre se ponen de acuerdo). Cuando lo encontré, vi que era una linda
edición y me decidí. Llegué a pensar que era tarde para leerlo, que no era el momento. Pero por suerte no me hice caso y me dejé llevar.
Los últimos libros de algunos autores pueden ser más
relajados. Menos exhaustivos en fórmulas y estereotipos, y más librados y
liberados al viento caprichoso. Como algo suelto y final, así fluye este libro.
Sin tanta tensión ni pretensión. Por un camino lento, pensado y con ritmo
propio. Propio del final del camino. Inimputable y bello. Lírico.
Los versos son enunciados con mucha
sencillez. Escritos por alguien que se sabe un poco más allá de toda
crítica. Cómodo con el trayecto ya hecho.
Lejos está en este libro la vieja batalla Florida – Boedo (o la inquietud formal contra la inquietud social); lejos
también están aquellos versos, tan sentidos de las épocas de la Guerra Civil
Española (que suele escribirse así, con mayúsculas). Con la rosa como emblema,
y el sufrimiento o la muerte como valor. En este libro, González Tuñón habla
del hombre más profundo, casi como un sabio. Vuelvo a la idea del final de ruta. Hay belleza; o al menos yo la encuentro. Y eso me basta.
Es interesante también la entrevista que inicia el libro,
hecha por el primer editor del libro a fines de la década del 60. Allí González
Tuñón se define como martinfierrista de
alma. Aunque en estos mismos versos, la inquietud social como él declama,
aparece con clara presencia.
Lindo libro. Pequeño y contundente. Un gran encuentro con la
poesía argentina. Si lo ven, no lo duden.
El rumbo de las islas perdidas
Raúl González Tuñón (1905-1974)
Editorial Descierto
Editorial Descierto
Hay un cd de Tuñon recitando sus propias poesía. Y mucha discografía del Cuarteto Cedrom. En los shows en vivo del Tats, lo encontré vivo a Tuñón.
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