Pedro Lemebel era una loca, y ser una loca en Chile no es nada fácil. Demostró que el arte puede ser un instrumento para ampliar los límites, jugar y sufrir con los prejuicios en carne propia y darle un espejo a
esta sociedad tan cerrada para que se mire al reaccionar de manera tan retrógrada.
Suena lindo, pero en Chile todo eso es muy difícil; al día de hoy sigue siendo
difícil. Imaginen hace 20 años…
El libro es un compilado de textos de toda índole, muchos de
ellos publicados en su momento en ese gran pasquín que supo ser The Clinic. Los viajes, las charlas en las pequeñas
ciudades del interior, muchas historias apasionadas y algunas de amor; Lemebel
pasea tranquilo por todos los temas porque es certero, describe muy bien con
los detalles, aunque tiene la chispa siempre más fácil en todo lo relacionado a
lo sexual.
La crónica es el estilo que mejor le sale, por lejos.
Cortas, contundentes y muy intensas. También hay unas cartas antiguas (de 1994,
con metáforas que hablan de ¡cassettes!) un tanto edulcoradas por demás, una
sinopsis de novela, algunos dibujos y una necro. Bien variadito, pero dentro de
lo mismo. Él es el gran protagonista de todo.
Otra cosa que siempre me gustó de los escritores chilenos es
el poco respeto por la lengua castellana. Ellos escriben como hablan. Y hablan
bastante distinto a lo que sería el castellano puro. Y cuanto más lumpen, más
alejado. Tan alejado está que al final del libro hay un glosario para poder
entender algunos términos. Porque muchas de estas historias son de
gente humilde, border o casi fuera del sistema: taxi boys, dealers, vendedores
ambulantes, locas frustradas, etc. Y muchos son del interior, que están en
Santiago tratando de hacerse la capital, que
sufren del desarraigo, que no tienen a nadie y que Lemebel muchas veces usa
para mostrar al chilensis más puro, menos contaminado pero también más temeroso
e inseguro. Muy distinto al machote chileno que se empeñan en ser o
mostrarse.
Mucho copete,
mucho carrete, mucho pito, mucho mino y poto salvaje.
Lemebel escribe todo lo que le va pasando; casi que vive para luego contarlo. Pero
lo cuenta de muy buena manera y eso, a la larga, es lo que importa.
Adiós mariquita linda
Pedro Lemebel (1955-2015)
Random House Mondadori
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