“El control de los medios masivos depende del establecimiento de líneas
de asociación. Cuando las líneas son cortadas, las condiciones asociativas se
rompen.”
Entre las teorías más afiebradas y
algunas hipótesis que, de tan disparatadas que eran para la época (1970)
terminaron siendo un hecho cuarenta años más tarde, Burroughs se manifiesta una
vez más como un visionario, un adelantado. El cortar y pegar, el sacar de
contexto con animadversión, las cámaras de TV como elemento de poder y como
elemento intimidatorio. El texto es genial. Un tanto antiguo en sus cuestiones
y definiciones tecnológicas, pero muy bueno. Son dos ensayos, con un fuerte
carácter teórico que busca y promueve una auténtica reacción social.
Mi teoría fundamental es que la palabra escrita fue literalmente un
virus que hizo posible la palabra hablada. Los animales se comunican, pero no
pueden escribir. Escribir es “articular el tiempo”, poner a disponibilidad de
otros hombres la información a través de la duración, gracias a la escritura.
Cuando habla del concepto de virus no lo
hace de manera metafórica, sino que toma sus características y formas de crecimiento
de las ciencias biológicas. El virus se mete en los cuerpos sanos en tres
fases: primero busca un huésped donde meterse, luego se produce el ingreso de
ese virus en el cuerpo y por último se ven sus efectos: tos, fiebre,
inflamación, etc. Este último punto es la realidad objetiva producida por el
virus en el huésped. ¡El virus se vuelve real! A partir de aquí, Burroughs
propone todo tipo de boicots: podemos destrozar a un político que nos cae mal
si grabamos un discurso (fase 1), luego agregamos audios de actos sexuales y
palabras mal pronunciadas (fase 2, el virus se mete en el cuerpo) y luego
editamos todo y lo pasamos por altavoces en algún acto del proselitismo donde
se encuentre el político. De hecho, el muy cabrón usó esta técnica con un bar de
Londres donde lo trataron mal una noche causando su cierre definitivo.
Burroughs ya planteaba desde antes de
estos ensayos lo fácil que es esparcir rumores (“pongan diez operarios con grabaciones cuidadosamente esparcidas durante
una hora pico y vean cuan rápido se esparce la voz”) o provocar disturbios
reproduciendo disparos y silbatos de policía en una manifestación: el sonido de
disturbios, produce disturbios.
Por último, nos habla de la necesidad de
que haya una prensa clandestina que tiene que intentar hacerle frente a la Mente Reactiva, un artefacto diseñado
para limitar y embrutecer a gran escala y de manera muy fácil ya que cuenta con
equipos electrónicos para tal fin.
Mirado a la distancia, cuarenta años
después, ¿cabe alguna duda que Burroughs estaba en lo cierto?
La revolución electrónica
William Burroughs (1914-1997)
Caja negra
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