El personaje del lumpen le cae muy bien. Repositores de supermercado, prostitutas dominicanas, buscas del Once y amantes de la mejor cumbia peruana. Todo muy marginal.
Cucurto es Santiago Vega. Y muchas cosas que le pasan a uno, se le ocurren al
otro; aunque también comparten: la esposa paraguaya, los hijos y la seducción
por un mundo, para muchos, oscuro y lejano. Pero todo lo de Washington es más zarpado, excesivo, mal pensante. Los
negros, la falopa, los barrios con
barro y esos personajes que muy pocos elijen para el relato o el poema.
Vega también lleva adelante ese
emprendimiento llamado “Eloísa Cartonera”
que recicla cartones y los transforma en libros, que une a los artistas con los
cartoneros. Sin ir más lejos, este ejemplar que tengo en mis manos es uno de
ellos. Y haciendo un paralelismo simplón, podemos decir que Vega/Cucurto
siempre fue por ese camino: de algo que nadie usa ya (salvo algún cartonero
para conseguir monedas) o donde nadie ve algo valioso, él/ellos encuentra/n el material para sus proyectos.
El libro es un viaje a través de los años
de este alter ego. Arranca a toda máquina con Zelarrayán, un exceso salvaje y mal hablado al mejor estilo Lamborghini, que sacude con fuerza al
lector. Sigue con La máquina de hacer
paraguayitos, muy buena pintura del Once y sus personajes marginales (al
igual que Hatuchay o Como un paraguayo ebrio). Luego unos
inéditos un tanto dispares, comics y otras cosas sueltas. Muy buena
experiencia, muy interesante la búsqueda del autor y gran personaje el alter
ego de Cucurto.
1999
Washington Cucurto (1973)
Eloísa Cartonera
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