Estamos frente a un texto coral, con un número importante de personajes. Aunque en la mitad del libro, nos damos cuenta que hace rato estamos leyendo sobre una pareja de negros en 2004. Él tiene una tienda de vinilos y ella es partera que da a luz en hogares. La escritura de Michael Chabon tiene muchos detalles y una fina delicadeza a la hora de hablar de los problemas interraciales, que siguen siendo muchos en Estados Unidos.
El libro se lee con ganas; Chabon tiene habilidad y técnica para una historia no tan extraña ni sobrenatural: gente común y corriente, en una época de la vida en que se impone que tomen decisiones, de esas que siempre se van a recordar. Ambos, cada uno por su lado, tienen que definirse a sí mismo y ante los demás. El marco es una avenida, Telegraph Avenue, de un lugar llamado Oakland, en California, pero sin el más mínimo glamour de Hollywood o alguna playa famosa.
El kung fu negro de los ’70, el abandono de un hijo no reconocido, el nacimiento de la sexualidad de un adolescente gay, la ambición y las oportunidades, la injusta pelea entre las grandes tiendas y los pequeños emprendimientos. Hasta aparece un senador negro con la ingenua idea de ser el presidente de EEUU. De todo pasa en el libro, y podría suceder en una avenida venida a menos de Norte, como en Europa o Latinoamérica. Se replica en todos lados y en cualquier idioma.
Michael Chabon es bueno, ameno, tierno y divertido. Profundo y serio. Sobran los adjetivos. Refleja de buena manera esa afición tan fuerte, exagerada quizás para otros, que tienen aquellos que aman los vinilos. La tapa del libro es un LP, que nos muestra un solo lado. Canciones, tracks, o temas -como se decía antes-. Esa pasión por el vinilo sobrevuela todo el rato, con muchos nombres de bandas imposibles de conocer. Y, lo que es hasta gracioso, las canciones que se van mencionando en el libro están con número de serie, ideal para encontrarlas fácilmente. Aporta en varios sentidos.
Un apartado merece una temática que fascina y rescata del olvido: las blaxploitation movies. Películas de los inicios de los ’70, protagonizadas por negros, con mucha acción y furiosa música funk de fondo. Hay un personaje que se lleva las palmas: fue estrella de esa cine de época, estuvo en la cárcel, fue adicto al crack y hasta peleó con el blanquito de Chuck Norris. Todo muy Tarantino.
Cierto es que en el final de la novela se podría haber arriesgado un poco más. Cierto también es que considero mejor otro libro de Chabon, aquella aventura de Kavalier y Clay que ganó un Pulitzer en el 2001 (http://fernandolojo.blogspot.com.ar/2013/04/michael-chabon-el-placer-de-la-novela.html). Ese libro es muy bueno. Por eso encaré este con más generosidad. Y ahora solo pienso en uno que hace rato se publicó: El sindicato de policía yiddish. Pero igual hay tiempo para seguir leyendo a este escritor americano. Uno de esos, de los que quedan, que uno sigue respetando.
Telegraph Avenue
Michael Chabon (1957)
Mondadori
El libro se lee con ganas; Chabon tiene habilidad y técnica para una historia no tan extraña ni sobrenatural: gente común y corriente, en una época de la vida en que se impone que tomen decisiones, de esas que siempre se van a recordar. Ambos, cada uno por su lado, tienen que definirse a sí mismo y ante los demás. El marco es una avenida, Telegraph Avenue, de un lugar llamado Oakland, en California, pero sin el más mínimo glamour de Hollywood o alguna playa famosa.
El kung fu negro de los ’70, el abandono de un hijo no reconocido, el nacimiento de la sexualidad de un adolescente gay, la ambición y las oportunidades, la injusta pelea entre las grandes tiendas y los pequeños emprendimientos. Hasta aparece un senador negro con la ingenua idea de ser el presidente de EEUU. De todo pasa en el libro, y podría suceder en una avenida venida a menos de Norte, como en Europa o Latinoamérica. Se replica en todos lados y en cualquier idioma.
Michael Chabon es bueno, ameno, tierno y divertido. Profundo y serio. Sobran los adjetivos. Refleja de buena manera esa afición tan fuerte, exagerada quizás para otros, que tienen aquellos que aman los vinilos. La tapa del libro es un LP, que nos muestra un solo lado. Canciones, tracks, o temas -como se decía antes-. Esa pasión por el vinilo sobrevuela todo el rato, con muchos nombres de bandas imposibles de conocer. Y, lo que es hasta gracioso, las canciones que se van mencionando en el libro están con número de serie, ideal para encontrarlas fácilmente. Aporta en varios sentidos.
Un apartado merece una temática que fascina y rescata del olvido: las blaxploitation movies. Películas de los inicios de los ’70, protagonizadas por negros, con mucha acción y furiosa música funk de fondo. Hay un personaje que se lleva las palmas: fue estrella de esa cine de época, estuvo en la cárcel, fue adicto al crack y hasta peleó con el blanquito de Chuck Norris. Todo muy Tarantino.
Cierto es que en el final de la novela se podría haber arriesgado un poco más. Cierto también es que considero mejor otro libro de Chabon, aquella aventura de Kavalier y Clay que ganó un Pulitzer en el 2001 (http://fernandolojo.blogspot.com.ar/2013/04/michael-chabon-el-placer-de-la-novela.html). Ese libro es muy bueno. Por eso encaré este con más generosidad. Y ahora solo pienso en uno que hace rato se publicó: El sindicato de policía yiddish. Pero igual hay tiempo para seguir leyendo a este escritor americano. Uno de esos, de los que quedan, que uno sigue respetando.
Telegraph Avenue
Michael Chabon (1957)
Mondadori
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