Si te gusta Murakami, este libro te va a gustar.
Si te gusta correr, este libro te va a interesar.
Ahora, si te gusta Murakami y sos de correr, vas a disfrutar mucho este libro.
Haruki Murakami quizás
sea el escritor oriental más occidental de nuestro tiempo. Sus libros suelen
transcurrir en territorio japonés pero las tramas que idea pueden situarse en
cualquier lugar del mundo. Su universalidad es seguro una de sus mejores
características y parte importante de su éxito mundial.
Este libro es extraño porque está pensado como una especie
de ensayo muy dirigido. Está escrito para sus lectores. Habla de sí mismo, casi
como unas memorias, utilizando como mediador el hecho de ser corredor.
Según Murakami correr fue importante para su oficio de
escritor. Y no porque va pensando en tramas o subtramas mientras corre, tampoco
se le ocurren grandes ideas que luego aplica a sus libros. Y eso que tiene
tiempo, porque entrena para correr maratones, así que se pasa horas y horas
trotando. El footing le enseñó a
respirar mientras escribe, gracias al entrenamiento pudo liberar una toxina
dañina (una idea bastante particular) que según él tienen todos los artistas y
puede ser contraproducente si no es manejada de una manera correcta. También
adquirió paciencia y ritmo; y correr le da esa hora y media de silencio que
juzga fundamental para su vida.
Dos perlitas deportivas son su participación en una
ultramaratón de 100 kilómetros y sus incursiones en triatlones.
También Murakami habla sobre Murakami. Nos cuenta lo
metódico que es para todo (en su vida personal y su trabajo), de la fobia a ser
reconocido, del momento en que dejó de manejar un bar de jazz para intentar ser
un escritor, de sus gustos musicales (el coro funky de los Stones en Simpatía por el demonio dice ser
perfecto para correr, aunque el pedestal lo tenga Reptile de Clapton), de lo parecido que es
correr y escribir novelas: es un trabajo que se hace en solitario, donde se invierten
largas horas de duro trabajo y la meta suele estar muy lejos...
Y por último está la parte más filosófica: la vida, la
muerte, los años que pasan, la importancia de entender las cosas. Murakami es
tan racional que impresiona; una y otra vez se aleja de esa imagen que se tiene
de los escritores. Todo está pensado, muy pocas cosas son libradas al azar.
Nada es impulsivo.
El libro es menor pero es bueno. Está claro que primero hay
que leer un par de libros del autor para poder disfrutarlo más. Es una veta nueva para mí y es muy distinto a sus éxitos más conocidos. Y creo que ahí está el
mayor logro de este raro experimento, cruza de ensayo y autobiografía.
De qué hablo cuando hablo de correr
Haruki Murakami (1949)
Tusquets
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