05 enero 2013

Adolfo Couve: el pintor que escribe o el escritor que pinta.


Adolfo Couve era un artista chileno, un niño mimado con facilidades para todo. Pintor desde pequeño, ingresó al Bellas Artes de Santiago con sólo mostrar sus cuadros; docente que declamaba más de lo que enseñaba y dueño de un estilo claro y unas formas certeras al escribir.

Encontré un pequeño libro suyo llamado Escritos sobre arte merodeando las estanterías de las librerías: un compendio de textos redactados a partir de 1976, en un período en el cual el autor había abandonado temporalmente la pintura y que fueron publicados en el suplemento cultural de El Mercurio (diario tradicionalista, de derechas y de gran tirada chileno) y después en la revista universitaria El arco y la lira. Los ensayos analizan grandes obras de arte de todos los tiempos: desde La Gioconda de Leonardo a Las Meninas de Velázquez, pasando por Rafael, Tiziano, Rembrandt y algunas esculturas del Siglo XV.

Es muy didáctico, escrito para el gran público. Uno se lo puede imaginar a Couve, mientras lee sus textos, cómo podían llegar a ser sus clases: frases grandilocuentes, adjetivos muy precisos y definiciones con un toque de superficialidad y otro de cinismo (una de sus mejores armas). El tema se complica cuando tiene que hablar sobre temas tan trillados: ¿qué más se puede decir de La Gioconda que no se haya dicho? Más aún en un suplemento dominical de un diario masivo. Y ahí es  donde Couve apela a otra arma que domina y mucho: la contextualización. Para hablarnos de Leonardo nos cuenta de los Médici y las diferencias entre el Siglo XV y el XVI, cuando nos introduce sobre el Perseo de Cellini, nos describe la Florencia renacentista con un lujo de detalles que hace que nos la podamos imaginar tal y como era. Triste es cuando compara a las grandes personalidades que solían deambular por esas épocas con los turistas que todos fuimos en algún momento.

Los coloristas, el manierismo, el barroco, el expresionismo y su maestro Burchard. Todos juntos en una misma bolsa, unidos con mucho criterio. Las explicaciones de Couve convencen a todos. Lo que no está del todo claro es la propia personalidad de Couve: por qué dejó de pintar si es que le iba tan bien (dicen que cuando fue a Paris por una beca y vio que había miles como él no lo pudo soportar), por qué luego volvió a pintar, por qué no es reconocido como escritor, por qué se quitó la vida....

El libro comienza con dos introducciones muy útiles sobre este personaje y un texto donde analiza La lección de pintura, un libro que me regaló mi amigo Miguel Hiza hace ya varios años y, ahora no tengo más opción que volver a leer. Ya les contaré.

Escritos sobre arte
Adolfo Couve (1940-1998)
Universidad Diego Portales

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