Este es un libro que nos propone un viaje complejo por lo más profundo de la poesía de Fabián Casas. Complejo y algo largo: 20 años en un libro, que a su vez son cinco libros.
Con épocas muy distintas -claramente distintas-, Casas exige
una forma de lectura que casi toda la poesía (¿la buena?) reclama: hay que
leerlo varias veces. La poesía nos pide que leamos todo -siempre, mínimo- dos
veces. Es necesario. La primera vez nos dice de qué habla, y la segunda vemos
cómo lo hace. Pero si volvemos a leer al azar (en este caso por tercera vez) un
poema del libro que no terminamos y le encontramos ese ritmo que buscábamos
está todo dicho. Nos gustó. Porque a la larga, la mejor forma de leer poesía es
abrir un libro que ya leímos en una página cualquiera y repasar un par de
poemas. Tomamos el aire fresco que necesitábamos y luego lo volvemos a poner en
la biblioteca.
Acá tenemos toda su historia poética: Tuca (1990), El salmón (1996), Oda (2000), El spleen de Boedo
(2003) y el inédito Horla City (2010).
A lo largo de las páginas notamos que hubo momentos que
Casas buscaba la palabrita exacta,
cuando hacía versos muy comprimidos y muy complejos; o que apelaba a la ironía
porque era lo único que le quedaba; que llamaba a la muerte para poder
retratarla lo más fidedigna posible o describía el instante que empezaba como
uno más y terminaba siendo el que daba sentido a todo. Y así. Muchos momentos
únicos, instantáneas de la vida. Empieza muy noventoso y luego forma un cauce
que todo lo va llevando hacia un único mar. Muy personal. Decir que este
derrotero de su historia muestra un crecimiento sería muy
descortés, el camino del otro no es tan sencillo de vislumbrar.
Fabián Casas tiene una manera muy particular de hacer
poesía, fue parte de una movida pero ya anda solo hace rato. Hay muchos guiños
a lo largo de sus textos (a otros autores, a otros libros, a cosas muy suyas),
mucho barrio, a veces hay mucha información en un par de líneas. Por momentos
es profundo, por momentos es más ácido. Nos deja pensando o nos deja una mueca
extraña en la cara.
Vale la pena.
Vale la pena.
Dos últimos temas:
No es mala idea leer El Horla de Maupassant
para tener una idea del primer chispazo que llevó a todo esto. Nunca
está de más y en Internet se encuentra fácil.
De ahora en más, si compro un “obras completas” no lo voy a
leer entero, de un mismo saque. Me es mucho. Hay que darle tiempo a demasiadas
pequeñas frases. Desde ahora se compra el obras completas y se lee la obra
editada. De a uno por vez. Conste esto como un aviso.
Horla City y otros. Toda la poesía 1990 – 2010
Fabián Casas (1965)
Emecé Cruz del Sur
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