Encontrar algo nuevo para contar sobre el Che Guevara es uno de los méritos de
este libro. Marcos Gorbán nos
presenta a un personaje nuevo, que nadie conocía: Fernando Escobar Llanos. Este hombre, militante del Partido Comunista
Argentino se jacta de haber sido “los ojos”
de Guevara, el que le hacía la logística previa a la acción. Lo conoció en Uruguay cuando era Ministro de Industria de Cuba en
1961, y luego estuvo en África, antes de que el Che y otros 60 cubanos intenten
en vano exportar su revolución; en Praga, esperando a un agotado y derrotado
Comandante que luego volvería a Cuba y en Bolivia antes de su última aventura.
Escobar Llanos, que tenía otro nombre en el pasaporte, tenía
que ser invisible; sólo Fidel Castro
y unos pocos de máxima confianza sabían qué hacía. El problema que tiene Gorbán
al realizar su investigación es que le cuesta mucho constatar si este espía
dice la verdad. Las opciones son claras: o está inventando todo, con un
discurso muy verosímil y posible o hizo las cosas tan bien que no hay forma de corroborar
sus dichos. Y aquí entra en juego otro gran mérito del libro: el autor relata
todo lo que le va pasando: los problemas con que se encuentra, los errores que
comete, los logros que va teniendo, las dudas que tiene y la información que va
confirmando. Es un crónica, donde los lectores vamos a la par que el autor. Y
no parece extraño: Gorbán es un reconocido productor de TV, que ha hecho un
sinfín de éxitos (Gran Hermano,
Operación Triunfo, Combate y un largo etcétera) que se relacionan con el
concepto de “reality show”. Y acá repitió la fórmula: todo lo que le iba
pasando, lo fue plasmando tal cual iba sucediendo. Como si fuera un “minuto a
minuto”. Mezclando todo. Porque el libro va tejiendo también otra historia: la
suya. Escobar Llanos conoció a la familia de Gorbán, afilió al tío al PC, fue
atendido por el Dr. Gorbán (padre) cuando necesitó un médico que no haga
preguntas y cuando las medicinas eran escasas. Hasta manejó el auto de la
familia y le tiró onda a la madre. “Se me
tiró el lance” recuerda la madre y no como algo jocoso. A través de su
investigación el autor desanda y desanuda historias desconocidas de su propia
familia, historias que le ayudan a creer en su investigación porque casi todo lo que
recuerda el viejo espía termina siendo verdad.
El momento crucial del libro son las entrevistas en Cuba.
Gorbán viaja hasta allí para tratar de chequear los dichos de su personaje con
la gente cercana al Che que vive aún en la isla. Muchos de los viejos
revolucionarios se han muerto y allí busca a quienes puedan ayudarlo. Es de lo
mejor del libro, los ya ancianos hombres de acción tienen anécdotas y recuerdos
muy preciados, con una jovialidad y un respeto a la Revolución que conmueven. Pero
no voy a contar el desenlace por motivos obvios.
El libro se lee rápido porque es de fácil lectura y atrapa a
las pocas páginas. No deja de lado a aquellos que no conocen la historia del
Che Guevara y no se queda con la imagen pop del mito que venció al idealista.
Es crudo, directo, por momentos divertido y hasta emotivo. Es un lindo viaje y
hasta puedo llegar a presagiar una segunda parte, porque todavía queda tela
para cortar.
Los ojos del Che
Marcos Gorbán (1968)
Sudamericana
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