25 septiembre 2012

Si su bebé no duerme bien, esto le puede interesar. Duérmete, niño por Eduard Estivill y Sylvia de Béjar.


Para unos, la salvación. Para otros, lo peor de lo peor. 
Relectura de un clásico en las discusiones de padres primerizos. Mi hijo no duerme, por eso en casa nadie duerme y no sé qué hacer es la idea central de este libro que tiene una solución bastante polémica pero, según sus autores, “con un 96 % de efectividad. El 4 % restante sufre trastornos psicológicos”. En cristiano sería:  o tu hijo no está bien o con este libro se duerme.

Será un reseña casi personal -una nueva atribución- porque mi segunda hija está en los ocho meses y había algunos conceptos que me gustaron en su momento y quería volver a leerlos. A saber:
- Los pequeños necesitan rutinas.
- Cada noche todos (niños y adultos) nos despertamos entre 5 y 8 veces. Sólo unos segundos donde nos damos vuelta, arreglamos la frazada, etc.
- El niño va a querer seguir como estaba. Si se durmió en brazos, va a querer estar en brazos. Si al dormir estaba en la cama de los padres, al levantarse va a querer estar ahí. Y es por eso que tiene que aprender a dormirse solo.
- Los padres tienen que ser/estar seguros. Cuando el nene agarra un cuchillo, uno se pone firme y se lo saca porque está convencido de que eso le puede lastimar. Si se muestra la misma convicción en otras cosas, la criatura siente eso.
- Los nenes son más vivos que el hambre.
Ahora, mal está cuando el autor psicopatea a los lectores con frases como si a los cinco años su hijo no duerme bien va a tener problemas de insomnio de por vida. ¿No será mucho doc?

Después de esto viene la tablita polémica: tenés que dejar que tu hijo se duerma solo y vas a calmarlo -porque está llorando, claro- cada dos minuto. Primero a los 3 minutos, después lo dejás 5 minutos y así hasta que cae rendido. Si aguantás que llore, se duerme. Polémico, ¿no?

El libro es un hit editorial. Es una mezcla de autoayuda, con columna de revista de mujer moderna (de esas imposibles de leer), con una pequeña dosis de cientificismo (casi imposible de comprobar). Está hecho para que los padres desesperados (o los que van por el segundo y no quieren problemas) lo sigan al pie de la letra para poder dormir tranquilos. A partir de ahí, depende de cada uno.
Para criticarlo o para practicarlo, vale la pena leerlo. Es una discusión hasta necesaria.

Duérmete, niño
Eduard Estivill-Sylvia de Béjar
Plaza Janes