27 junio 2015

La pipa de Magritte y el análisis de Foucault

A partir de la representación de una pipa en el aire y una frase que niega al dibujo, René Magritte pone entre las cuerdas la relación entre la imagen y el texto, entre lo enunciado y lo representado, entre el significado y el significante, o como lo titularía Foucault unos años más tarde entre Las palabras y las cosas.
El arte siempre fue una fuente de inspiración y material de análisis para Michel Foucault. Y la obra de un surrealista como Magritte es una tentación para uno de los intelectuales más poderosos que tuvo el siglo pasado.
Todo nace con la obra de Magritte intitulada: La traición de las imágenes. Una obra emblemática, que centra sus intenciones en la relación y el conflicto entre las apariencias y el significado. La semejanza representativa que le dicen.
El ensayo es corto, complejo de leer pero revelador. Porque Foucault no se deja llevar por lo evidente: escribir la palabra pipa no es lo mismo que una pipa, o pintar una pipa no es una pipa. No.
Para comenzar, se basa en la primera versión y una de las menos conocidas:


Ninguna de las tres pipas (la grande que flota, la pequeña encerrada en el cuadro o la palabra escrita) que se ven en este cuadro son una pipa. Obvio.
Pero Foucault coloca al caligrama como base de su análisis. Un caligrama es un poema o una frase que va formando la figura de lo que las palabras dicen o expresan. “De este modo, el caligrama intenta borrar lúdicamente las más antiguas oposiciones de nuestra civilización alfabética: mostrar y nombrar, mirar y leer”. A partir de ese momento, el filósofo anda por laberintos propios y ajenos para pervertir e inquietar las relaciones tradicionales entre el lenguaje y la imagen. La tentación que antes hablaba acá se hace visible. Es el escenario ideal para aquellos que saben usar las palabras, que buscan contenido, que analizan lo establecido. Porque Magritte busca lo mismo que Foucault: poner en duda la certeza. Por eso, entre otras genialidades, pasaron a la historia.

El ensayo luego se hace cargo de analizar muchos otros cuadros de Magritte y Foucault nos muestra la continuidad conceptual del pintor. La pipa no era una excepción en la carrera del hombre de los bombines. El recorrido que hace por más de 15 obras encontrando es agradable y sencillo de entender. Revelador.
Paul Klee y Vassily Kandinsky son de la partida también. Ellos son los que primero rompen: Paul Klee une formas reconocibles con elementos de escrituras, figuras y signos que encuentran otros sentidos. Y Kandinsky borra la semejanza y la representación, ya que para Vassily los colores y las líneas eran cosas: el objeto iglesia, el objeto puente o el hombre-caballo con su arco. Son diferentes pero se complementan.



Cierran el libro las cartas que el propio Magritte le envió a Foucault y una buena cantidad de obras en color del artista. Fundamentales para poder seguir el sinuoso camino que nos impone el filósofo. Un camino que cuesta un poco, pero que nos lleva allí donde pocos llegan: al conocimiento.






Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte
Michel Foucault (1926-1984)
Eterna Cadencia

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