22 enero 2014

Al estilo de Umberto Eco. El caso Voynich, de Daniel Guebel

Hay un libro del siglo XV que no se puede leer. Está escrito en un idioma que no existe, y nadie sabe entenderlo ni decodificar.
Esto, que puede ser una idea brillante para escribir una novela, es real y se llama el Manuscrito Voynich. Bueno, a Daniel Guebel no le importó que fuese real. Se quedó con la idea y escribió de todas maneras un libro.
Mezcla de parodia de En nombre de la Rosa, aquella genial historia de Umberto Eco sobre los libros prohibidos de la Edad Media y los delirios de autores tipo Wilcock, Copi o algún Soriano; este libro de Guebel logra entretener y meternos en la búsqueda de sentido de aquello que parece estar empecinado en no tenerlo. Lo interesante es que la falta de sentido deviene de la realidad. El manuscrito existe de verdad y el listado de personajes que a lo largo de los siglos intentó decodificarlo también forma parte de la historia. Daniel Guebel lo que hace es cargar de un nuevo sentido a todos estos personajes y a otros que él inventa. Sentido y ambiciones, y culpas, y envidias, tormentos y tantas otras cosas. El límite entre la ficción y la realidad es sinuoso desde un comienzo y uno se deja llevar en esta reescritura de una historia que ya lleva más de cinco siglos.


Desde la reina Reina Isabel I de Inglaterra hasta Rodolfo II de Bohemia, pasando por Roger Bacon y un sinfín de estudiosos, astrólogos, alquimistas, magos, chantas y embaucadores (convengamos que en esa época todos estos epítetos podían caberle a una misma persona), el manuscrito recorrió buena parte de Europa y nadie pudo saber qué decía. Ni se podían reconocer las mayoría de las plantas que había en su interior. Teorías hubo muchas pero ninguna certeza. Hubo quienes decían que era justamente un simple juego: que no estaba escrito en ningún lenguaje, que los dibujos no hacían referencia a nada conocido y que sólo fue hecho para que la gente pierda el tiempo tratando de entender algo que no tenía pies ni cabeza. La teoría infaltable de los extraterrestres también formó parte de esta locura. Un verdadero misterio que sigue hasta nuestros días.

Mis experiencias anteriores con los libros de Daniel Guebel fueron muy buenas. Hace mucho leí Arnulfo y los infortunios de un príncipe y, sabiendo que era su primera novela, me pareció muy llevadera. Pero lo que me causó impresión fue que alguien por fin tome en solfa a la figura de Juan Domingo Perón como lo hace en La vida por Perón (la comparación con Copi vuelve a tener sentido ya que él fue quien se animó con Evita, y en tiempos mucho más difíciles). Ese libro me hizo reír mucho y pensar en los momentos delirantes que tuvo nuestra historia reciente. Supo pintar muy bien ese momento clave que derivó en tragedia.
El caso Voynich creo que no llega a tanto pero es un delirio bien escrito, verosímil y muy creativo. Al fin y al cabo, no importa qué parte es verdad o qué parte es invento. Es una buena historia que Daniel Guebel pensó que se podía escribir y reescribir. Y no se equivocó.


El caso Voynich
Daniel Guebel (1956)
Eterna Cadencia