09 agosto 2011

De que hablamos cuando hablamos de Carver

Raymond Carver escribió sólo cuatro libros en vida y muchos dicen que fue el escritor americano más influyente en la segunda mitad del siglo XX.
Las contratapas se llenan de comentarios como “talla piezas de prosa austera”,  “su estilo es escueto, lacónico, opera por sustracción” y demás.
Sus personajes suelen ser borrachines, sus historias son como fragmentos de una historia y sus finales siempre son abruptos. Todo un estilo, bien americano por cierto.
A mi los americanos me cuestan bastante, no son de mis preferidos. Salvo excepciones me parecen mejores guionistas que escritores, pero siempre con buenas historias.

El tema es que ahora sale un libro que es el original del “De qué hablamos cuando hablamos de amor”.  ¿Qué significa esto? Carver escribió un libro que era el doble de largo, con un estilo más humano y tierno y con finales distintos (!). Un editor llamado Gordon Lish tachó tantos párrafos que el original de 200 páginas quedó en 100, cambió el final en 12 de los 17 cuentos y armaba las frases con ese estilo lacónico y austero. Una barbaridad. Hay un cuento que fue achurado en un 87 %. Termina siendo otro cuento, no el original.

A los que les gusta Carver este libro es una especie de prueba de fuego al amor. Si te gusta Carver, no sé si te va a gustar. A los que nos gusta la literatura (o cualquier expresión artística) nos genera una inquietud: ¿cuántos Lish hay en la literatura? ¿cuántos Lish hay en el arte? ¿cuánto le pertenece una obra al artista? Y quizás lo más importante, ¿cómo hacemos para enterarnos cuando meten mano?

Se llama “Principiantes”, hasta el título le cambió este Lish.

Principiantes
Raymond Carver (1939-1988)
Anagrama

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq



Este francés de difícil apellido que acaba de ganar el premio nacional de las letras en su país (Premio Goncourt) es un hit editorial y muy controvertido. Le gusta las declaraciones polémicas, tiene ese toque francés del derrotado, del hombrecito gris y deprimido que va por la vida sin que nadie se dé cuenta. Suele cargar con mucha angustia a cuestas y, en cuanto puede, habla mal de las mujeres.
Antes de dedicarse a la escritura, Michel Houellebecq era analista de sistemas y ese es el trabajo del personaje central de ésta, su primera novela. Un perdedor en el ámbito económico y sexual, que coquetea con el sinsentido del asesinato y el suicidio. Sus días son todos iguales, todo es tedioso y parece que nada va a cambiar el fastidio en el que se ha transformado su vida.

Ampliación del campo de batalla vale la pena. De todas maneras, para empezar con el pie derecho propongo leer primero Las partículas elementales. Gran libro. Y si gusta, avanza con éste o con Plataforma (dicen que es tan bueno como Las partículas...., pero no lo leí).
Típico exponente de la literatura francesa, Houellebecq critica a la moral, a la economía, a su propio país y al mismísimo estilo de vida que todos llevamos hoy en  día. Y, para colmo, no tiene necesidad de mostrarnos cuál sería la otra opción. Típicamente francés.

Ampliación del campo de batalla
Michel Houellebecq (1956)
Anagrama


Ante el morbo de la gente. Ariel, de Sylvia Plath



Sylvia Plath tenía algo así como un estigma. Su poesía es densa, obscura y complejísima por momentos. Atormentada. Aunque también podía ser tradicional, con todo lo que ello puede significar.

Se la llamaba poesía confesional y es de mediados del siglo pasado; Ariel, el  libro al que me refiero es de1963, por ejemplo.

Sylvia Plath se suicidó antes de que el libro se editara. Pero tampoco tardaron tanto en ponerlo a la venta; casi que estaba tibia...
Vamos con el morbo. Ella mete la cabeza en el horno y se suicida. Les deja el desayuno a sus niños y comete la locura. Meses después, sus textos estaban en la calle con varios indicios premonitorios... El último poema fue escrito seis días antes; Filo (Edge), se llamaba.

Ariel fue editado por su marido, el también poeta, Ted Hughes que escribió un libro tan infalible que hasta puedo apostar por él: Gaudette. Un experimento mucho más pop y cercano a nosotros. Brillante! (Ed. Lumen - Bilingüe)
            Aunque por momentos algunos poemas cuestan un poco, porque se refieren a temas que no sentimos cercanos: esos bosques, esos campos, esos verdes... el libro sabe ampliar los conceptos básicos de la poesía y expandirlos. Busca límites y los encuentra, con una carga emotiva y un peso (esa pesada piedra que la terminó por hundir) que sorprende.

La edición de Hiperión es bilingüe pero algo floja. Sirve de todas maneras porque hay muchísimas palabras nuevas. Más diccionario que otra cosa, pero sirve.

           
Ariel
Sylvia Plath (1932-1963)
Hiperión