Siempre tuve
debilidad por los manifiestos. Siempre admiré a aquellos artistas que sentían la
necesidad de dejar escrita su postura sobre cómo tenía que ser el arte. Ni más,
ni menos. Respeto ese tipo de osadías.
Los primeros años
del Siglo XX fueron surcados por tantas corrientes nuevas como manifiestos: los surrealistas,
los futuristas, los dadaístas y varios más. En este libro, surgido de las
profundidades de Latinoamérica -aunque escrito en París y originalmente en
lengua francesa- nace el manifiesto del Creacionismo, de la mano del poeta
chileno Vicente Huidobro.
Pongamos en
contexto antes de seguir avanzando: Huidobro era un aristócrata que de muy
joven comenzó a publicar. A los 22 años ya tenía cuatro poemarios, a los 23 en
el Ateneo de Buenos Aires expone sobre el “Creacionismo” y a partir de allí comienza
esta nueva tendencia que lo lleva por el mundo a predicar su nueva visión del
arte: el poeta ya no tiene que imitar a la realidad, ahora puede crear su
propia realidad. Su propio mundo, su propia Naturaleza. Y de ahí viene la comparación
del poeta como un pequeño Dios. “No he de
ser tu esclavo, Madre Natura; seré tu amo. (…) Yo tendré mis árboles que no serán
como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares. Tendré mis
cielos y mis estrellas. (…) Mis ríos y mis árboles son los míos y no los tuyos
y no tienen por qué parecerse”.
El libro original
se editó en 1925, eran nueve manifiestos en total (aunque en esta versión se le
agregan otros nueve artículos que siguen la línea del creacionismo). Muy amigo de la polémica y la crítica dura, el
manifiesto exige una ruptura con lo que se viene haciendo, tildando lo actual de
vetusto. Huidobro se sitúa en contra de los surrealistas con su escritura automática,
los sueños como fuente de inspiración y el cadáver exquisito, aunque lo haya
practicado con Tristan Tzara y Picasso. Una característica buena del
libro es cómo se jacta Huidobro de codearse con los grandes popes de la cultura
de la época: Eluard, Miró, Juan Gris,
Apollinaire y varios más. También hay cierto encono con otras vanguardias
que estaban en paralelo al creacionismo. A los futuristas le manda este mensaje:
“los poetas que creen que porque las máquinas
son modernas, también serán modernos al cantarlas se equivocan absolutamente”.
Hay muchos que sufren los golpes de Huidobro, hasta Walt Whitman, de manera un tanto gratuita por cierto: “la espantosa Biblia industrial de los
Estados Unidos”.
Define una y mil
veces a la poesía: “la poesía ha de ser
creada por el poeta, con toda la fuerza de sus sentidos más despiertos que
nunca”. “Un poema es solo tal, cuando existe en él lo inhabitual”. Aunque se
le nota su carácter aristócrata cuando dice que la poesía no es para todos.
Huidobro es un
pilar fundamental de la literatura latinoamericana. Un tanto olvidado dentro y
fuera de Chile, estos manifiestos son una oportunidad para situarlo en el lugar
que se merece. Autor prolífico, probablemente Altazor y Temblor de cielo sean
sus libros más conocidos, en estos textos se dedica a criticar con alta ironía
lo ajeno y a vanagloriar lo propio como una verdad. Así son los manifiestos, un
tanto mesiánicos con un toque de pedantería. Pero valen la pena.
Manifiestos
Vicente Huidobro
(1893-1948)
Editorial Mago