Uno aprende leyendo a John
Berger. De eso no hay duda. Aprende pequeños detalles de grandes artistas,
que luego se definen como enormes evidencias; aprende nuevos nombres que se
agregan a la lista de los que hay que conocer, famosos e ignotos. Aprende una
manera muy particular de analizar el arte.
Esta antología de ensayos y artículos de Berger nos cuenta
también muchas cosas acerca de él mismo: su postura como artista sobre
distintas técnicas y tendencias, su marxismo como motor de pensamiento, sus
preferencias y algún que otro desliz relacionado más a la ficción que al
análisis. Son textos escritos en la década del ’60, publicados en medios culturales
de izquierda; algunos ya vistos en otras antologías y otros que se pueden leer
por primera vez en castellano.
Los dos textos más importantes e interesantes son sobre Paul Cézanne y Fernand Leger. Este último no intenta ocultar la fascinación que le
provoca al autor y lo analiza desde la admiración, tanto artística como
ideológica. Berger une la vida, la política y el arte continuamente. De hecho,
para él, el arte debe tener una función social y política aparte de lo estético
o la búsqueda de belleza. A Cézanne, en cambio, le da el lugar de vanguardia
que se merece. Por ser el primero en cambiar la forma de “ver las cosas”: a partir de Cézanne es más importante la visión del
sujeto que el objeto a pintar. No hay un objeto único, hay infinitas formas de
ver al objeto, tantas como personas. Una visión es un proceso de distintos
puntos de vista que se unen de manera simultánea para dar cuenta del “objeto”. De ahí al cubismo, hay un par
de pasos y la definición del arte de Duchamp,
está a la vuelta de la esquina.
También hay textos que se refieren a aquellos artistas
que no han pasado a la historia, generalmente ligado a la historia política y
no sólo al arte. Aquí hay un componente de crítica hacia el comunismo, que marginó
a algunos artistas o que obligó a trabajar el contenido o la temática que era dictada
por el partido. La pregunta que ronda aquí es: ¿qué hubiera pasado si estos
artistas hubiesen tenido lo que se llama libre albedrío? Si hubiesen hecho lo
que su sensibilidad le indicaba, sin indicaciones o presiones ideológicas. Vale
aclarar que muchas veces esas presiones eran auto infringidas, era el propio
artista el que no se daba la libertad de pensar o actuar sin tener al Partido
(con mayúsculas) a sus espaldas observándolo todo. ¿Qué es más importante: el
arte o la ideología? Estamos en la década del ’60, cuando se vivía una
desilusión por el comunismo que unas décadas más tarde se iba a derrumbar por
su propio peso. Y como corolario de esa desilusión, hay también un duro
artículo de la Primavera de Praga pisoteada por los tanque rusos. Fin de una
época.
Los otros textos pueden ser “necros”. La muerte de algunos artistas como Le Corbusier, Zadkine o
el propio “Che” Guevara (aquí se
agregan varios nombres nuevos a la lista antes mencionada; gente difícil de
conocer si no fuese por este libro). Y
también está Benjamin, Watteau, Corot, los paisajes, el fotomontaje, Yeats, los retratos y muchas más cosas. Es un libro muy completo,
con esa ironía tan típicamente británica y una idea del arte particular y
polémica: colocando a la ética casi al mismo nivel que la estética.
La apariencia de las cosas
John Berger (1926 - 2017)
Editorial Gustavo Gil