Para aquellos que sólo sabíamos de un relato algo lejano y
ya mítico llamado El fiord, para quienes
creíamos que Lamborghini era nada más que Leónidas nos es grato ver que algunas
modas no son negativas. Que Osvaldo Lamborghini ahora esté en
boca de muchos es bueno, porque nos acerca a una literatura bisagra,
contundente, que antes era difícil de conseguir. Y eso merece ser festejado.
Por ahora estuve con los dos primeros volúmenes de sus
“obras completas” (me falta Tadeys y Poemas
1969-1985). La importancia de la palabrita
“completas” es que la gran mayoría de la obra de Lamborghini no fue publicada
en vida. El fiord, Sebregondi
retrocede y Poemas fueron sus obras publicadas; pero ahora hay mucho
más.
El primer volumen es imbatible, nos muestra al mejor
Lamborghini, el que juega con los géneros (¿cuentos? ¿poesía? ¿todo junto?); el
que está relacionado con su vida cotidiana, con la política; el que habla de
Perón, Maradona o Menguele; el que discurre entre Kafka, Bataille y José
Hernández; el que puede ser tan repulsivo como tierno; el que se mueve entre la
parodia y su violencia; el que llorisquea pero manipula la diferencia entre el
que escribe y el que publica. Un tipo único, un maldito.
Dicen que cuando Marechal leyó El fiord, lo definió como “perfecto. Una esfera.
Lástima que sea una esfera de mierda”. Si
fue cierto o no, poco importa. La leyenda ya estaba signada. Y con El
niño proletario terminó de patear el
tablero. Los de la época decían que era demasiado; como que no lo podían
digerir.
El segundo volumen está mucho más relacionado con los
relatos aunque siempre mantiene esa noción de subvertir su propio relato.
Arranca con la historia de un gordo culón (Nal, para los amigos. Nal de nalga,
obvio) que pasa por una situación bien increíble y bien argentina que nace de
un empleado un tanto mamado que le dice a otro: “Hermano: te quiero tanto
que te chuparía la pija si fuera puto, y vos sabés que yo no soy puto”. A partir de ahí, todo se desmadra. Pero lo mejor
viene cuando el relato nos cuenta el pasado de nuestro Nal y Lamborghini cambia
tanto su historia, que ya no puede volver a ser el mismo del inicio; terminan
siendo dos tipos distintos. Uno era padre de familia y el otro acabó siendo un
puto de aquellos. El mismo tipo, dos tipos. Genial! El cuento se llama La
causa justa.
Y después vienen los Fragmentos. Pequeños retazos de relato, que a veces no tienen
final, que a veces tienen paréntesis y puntos suspensivos (se perdieron algunas
hojas) y que otras apenas se entienden pero que sorprenden y cautivan; esas dos
cosas que todos los lectores agradecemos, buscamos y apostamos a la hora de
regalarle nuestro tiempo al libro y su autor.
Siempre todo tiene un tinte homosexual. Sus personajes en
algún momento van a tener un momento para una pormenorizada relación gay. Es
ahí donde el relato se pone ágil y los términos guarros. “La homosexualidad
mueve a las estrellas y al sol” dice uno de
los personajes y Lamborghini cree en ello a rajatabla.
Punto aparte se merece César Aira, el incansable. Escritor más que prolífico,
traductor y también compilador de estos volúmenes. Desde este humilde lugar, le
agradezco la oportunidad de conocer a este gran escritor. También hay una
biografía de la que todos hablan muy bien escrita por Ricardo
Strafacce. La figura de Osvaldo
Lamborghini crece y todos los que gozamos con la literatura debemos estar de
festejos. Salud a todos!
Novelas y cuentos completos I y II
Osvaldo Lamborghini (1940-1985)
Mondadori
Mondadori
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