13 febrero 2017

Stoner, de John Williams


Stoner es uno de esos libros que relata en una página (la primera) lo que va a suceder en las próximas 300. Una vida entera en dos párrafos largos. A partir de allí lo único que importa es cómo se suceden las cosas porque ya sabemos qué va a pasar. Deleita al lector ir conociendo el ascenso, la frustración, la caída y el derrumbe de un ignoto profesor de universidad en el centro de EEUU.

William Stoner es hosco, callado y de mirada esquiva. Sus padres eran granjeros y pobres, por eso pensaron en la Universidad como camino de superación. Se sorprendieron cuando su hijo decidió dejar de estudiar agronomía y se pasó a literatura pero no dijeron nada. Se sorprendieron también cuando decidió ser docente y no volver a la granja; pero no dijeron nada, como cuando se enteraron que su hijo se iba a casar. Las palabras pesaban demasiado en esa familia.
John Williams aprovecha la historia de los personajes para contar la historia de su país: los amigos que van a alistarse en la primera guerra mundial (los que vuelven y los que allí cayeron), las penurias de la crisis del ’30 (la envidia y el desaire de aquellos que no contaban con un sueldo fijo), la universidad que vuelve a quedarse vacía y en silencio por una nueva guerra, la doble moral tan típica de los época, los cambios culturales, la libertad de la juventud que trata de zafarse del protestantismo estricto, calles con asfalto, autos a motor y un día a día simple y rutinario que retrata en detalle las características de los personajes y su nación.
El final del libro es poderoso. Cuando llega lo inevitable: no sólo la muerte, sino el repaso de la vida. En esa primera página antes mencionada y en las últimas se enfrenta la vida de Stoner con el resto del mundo. Un tipo cualquiera que lucha contra sus propias convicciones en el último tramo del camino. Que se da cuenta de que con el correr de los años ya no importa tanto lo que antes tanto importaba. Que discurre por saber si su vida fue un fracaso, pero lo rechaza porque le parece un pensamiento fútil.  Y ahí es donde hace daño el libro, en esas preguntas sin respuestas. ¿Para qué sirve? ¿Qué esperabas? La entrega, la convicción, los sacrificios, los ideales, la dedicación. “Había atisbado la sabiduría, y al cabo de largos años había hallado la ignorancia”, la trascendencia que nunca se alcanza. Un final profundo que deja pensando y que nos acerca a ese docente, porque en ese momento es donde todos somos Stoner. La muerte equipara todo lo que la vida se empeña en diferenciar.

Es interesante también analizar cómo la necesidad de la industria cultural de hoy hace que se vuelva a editar un libro de 1965. Ya sea por falta de originalidad en los autores actuales o la búsqueda de generar más cantidad de novelas. Al igual que los películas de cine o las series de TV, la industria literaria dispone que grandes autores hablen de este libro como un imperdible, lo instalan y logran que sea uno de los éxitos del año medio siglo después de su edición original. Así de fácil. De todas maneras, en este caso el libro vale la pena; es una gran novela.

Stoner
John Williams (1922-1994)
Fiordo