06 mayo 2012

Manet, de Georges Bataille




En este excelente ensayo Bataille rehuye de su figura de provocador para darnos una idea de cómo fueron las cosas en la cultura -y en la pintura en particular - del Siglo XIX. Esa transición de lo antiguo a lo moderno fue todo un proceso, y Bataille se sirve de la figura de Édouard Manet como excusa para que intelectuales y artistas de gran renombre concuerden en sus definiciones. Émile Zola, Paul Valéry, Baudelaire, Mallarmé, André Malraux (¡hay más franceses que en la Alianza!) entran en este juego y nos cuentan distintos aspectos de la cultura del diecinueve.
También hay un sinfín de críticos que son utilizados para afirmar que nunca estuvo tan separada la idea de lo bueno con lo que finalmente quedó definido como bueno. Manet fue un incomprendido. “Nunca antes de Manet había sido tan completo el divorcio entre el gusto público y la belleza cambiante que el arte renueva a través del tiempo”. Se reían de él y de sus pinturas. Lo que hoy definimos como maravilla, en su época era tomado como una basura. “Olimpia es la primera obra maestra de la que se haya reído el público con una risa inmensa”. Y esa risa no fortaleció el espíritu del artista; Manet (siempre según Bataille) era débil en ese sentido. Él quería el reconocimiento, la fama, el apoyo de los críticos de la época. De hecho, se batió a duelo con uno que lo castigó con algunos de sus comentarios mediáticos.

Este libro, que aparece por primera vez en 1955, es una gran oportunidad para analizar un gran número de obras (infaltable Internet a la par de la lectura, para ver tantos cuadros que son mencionados), para entender y ligar las decisiones que toma un artista que no es acompañado por la sociedad. Bataille sostiene la teoría del viejo edificio, válida para el lienzo y para entender ese momento histórico: “los castillos, iglesias, templos o palacios que antes eran monumentos que proclamaban la autoridad y doblegaban a la masa entera, perdieron el sentido que lo fundaban; todo se dislocó: su lenguaje devino al fin una elocuencia pretenciosa de la que la plebe, otrora sumisa, se apartó.

Manet deja atrás el siglo XIX mucho antes de llegar al XX. Se libera de la pose exagerada de Delacroix y sus seguidores para buscar otras formas. “No pueden ser más naturales?” se quejaba ante sus modelos. “¿Así van a comprar rabanitos a la verdulería?”. Saca imágenes mitológicas y las ubica en su época (la Venus de Tiziano es pintada como una ramera), destruye el tema -es el nacimiento de la pintura sin otra significación que el arte de pintar-. Los cuadros de Manet se anticipan al fin de una época y Bataille lo explica y lo fundamenta de una manera lúcida y plural. Grandes amigos nos acompañan en este libro escrito por uno de los grandes del siglo XX sobre otro grande del Siglo XIX. A lo grande.

Manet
Georges Bataille (1897-1962)
Colección de arquitectura/IVAM Documentos