09 julio 2017

Eduardo Galeano cuenta su historia del fútbol: A sol y sombra.



El fútbol no siempre fue bien visto. En El Rey Lear, de Shakespeare, el Conde de Kent insultaba así: “Tú, ¡despreciable jugador de fútbol!”

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La Argentine Football Association no permitía que se hablara en español en las reuniones de sus dirigentes, y la Uruguay Association Football League prohibía que los partidos se jugaran en día domingo, porque la costumbre inglesa mandaba jugar el sábado.

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Ramón Unzaga inventó la chilena pero David Arellano la popularizó en 1927, en una gira de Colo Colo por España. Después de varios goles volanderos, Arellano murió el mismo año en el Estadio de Valladolid, por un encontronazo fatal con un zaguero.

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La estrella de muchos años en el club argentino Racing, Roberto Perfumo, se fue a River Plate. Sus hinchas de siempre le dedicaron una de las más largas y estruendosas silbatinas de la historia:
-       Me di cuenta de lo mucho que me querían – dijo Perfumo.

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En Francia, los clubes tenían derecho de propiedad sobre el jugador hasta los 34 años: quedaba libre cuando ya estaba acabado. Exigiendo libertad, los jugadores se incorporaron a las jornadas de mayo del ’68, cuando las barricadas de Paris estremecían al mundo.


La historia del fútbol como sólo Eduardo Galeano la puede escribir. Nuevamente utiliza su estilo corto y asertivo, con pequeñas historias que construyen la Gran Historia, con detalles que dicen mucho más que mil palabras. Y con una dosis de humor e ironía que agrega más a lo que ya es mucho.
Comienza con las definiciones de rigor y con los partícipes necesarios para entender este deporte. Pero Galeano no define al fútbol como un deporte, sino como una pasión. Reniega del profesionalismo actual y de la técnica por sobre el placer del fútbol, y reivindica la alegría de jugar, la inventiva de los creadores, el niño que todos tenemos dentro. Todos. Los que vemos por TV cómo juegan otros, los que jugamos, las que quisieran jugar (bien o mal, no importa). Todos los que gustan del fútbol, gustarán de este libro. Libro que fue extendido en esta versión. Originalmente fue escrito en 1995, pero para el Mundial de 2014, Galeano agregó textos que hablan solamente de los Mundiales: de Francia ‘98 a Brasil ’14.  

Hacia el final del libro, el autor se enfurece con el fútbol del nuevo milenio: “obediencia, velocidad, fuerza y nada de firuletes. Éste es el molde que la globalización impone”. Aunque siempre busca y encuentra algún jugador que sobresalga de la media, busca la elegancia, el disfrute del juego. Aquí es donde aparecen los Zidane, Ronaldinho o Iniesta (Messi casi no aparece. Los mundiales no son lo suyo). Alza la voz también contra la FIFA y los burócratas del fútbol. Culpables ellos de esta modernización donde lo único que importa es ganar, con directores técnicos que lo único que les importa es no perder. Los jugadores son empleados, números, precios y marcas. Juegan hasta quedar exhaustos y no son tomados en cuenta a la hora de las decisiones. Esclavos millonarios y con cada vez menos vida útil.
Galeano se sacude tanto enojo con mucha ironía y grandes dosis de humor. Sus recurrentes dardos contra todo el orden establecidos logran que nos riamos mientras él sufre. Pero encuentra palabras donde nadie encuentra. Con paciencia de poeta, define al amor y la pasión con muchos nombres: balón, esférico, globa, proyectil. La redonda. Cito: “Ofendidiza, no soporta que la traten a patadas, ni que le peguen por venganza. Exige que la acaricien, que la besen, que la duerman en el pecho o en el pie. Es orgullosa, quizás vanidosa, y no le faltan motivos: bien sabe ella que a muchas almas da alegría cuando se eleva con gracia, y que son muchas las almas que se estrujan cuando ella cae de mala manera.
Amor y pasión por el fútbol.
Amor por la literatura.

El fútbol a sol y sombra
Eduardo Galeano (1940-2015)
Siglo Veintiuno Editores