Pequeña reseña para un pequeño libro. Pensar o imaginar las ciudades es algo de siempre, un acto de avanzada de unos pocos por sobre todos los que las vivimos. En el 2006 hubo en Buenos Aires un Encuentro de Pensamiento Urbano del que yo no estaba, obviamente, ni enterado. A partir de ese encuentro salen estas “conversaciones” con dos personalidades como John Berger y David Harvey. Dos británicos, marxistas y muy lúcidos.
John Berger es un conocidísimo crítico de arte. Un intelectual, que hace o hizo casi de todo: pintor, docente, crítico; escritor de ensayos, ficciones, poesía, de todo.
A pesar de esto, su momento en el libro decepciona un poco. Con todas las cosas que es capaz este hombre de decir, acá no dice mucho. O mejor dicho, no profundiza. Con un interlocutor que no ayuda a la fluidez, se plantean algunas buenas cuestiones: la relación ciudad/campo (escribió mucho sobre esto), ricos y pobres, vivir y sobrevivir y algo de pintura y literatura.
Quizás lo más jugoso de estas conversaciones con Berger es que pone luz sobre un viejo mito urbano que recorrió el mundo (o nuestra ciudad) al inicio de la época de los teléfono celulares. Transcribo: “Hay una historia de Eduardo Galeano que debe suceder en su ciudad. Un hombre camina con su celular y de pronto lo pisa un colectivo de línea mientras estaba hablando consigo mismo. ¿Estaba simulando hablar con alguien o realmente hablaba con alguien? El teléfono era de juguete. No funcionaba....”. Pobre Berger, si esto es lo que rescato de sus conversaciones...
Lo de David Harvey es una conferencia y fluye muy bien.
Comienza con una fundada crítica a la incapacidad de la izquierda para definir una política económica alternativa al capitalismo en los últimos... 150 años! Durísimo!
Y luego hace un análisis muy interesante sobre dos momentos puntuales: la reconstrucción de París de 1848 y la suburbanización de New York en 1950 y 60.
Cuando no hay donde ubicar el superávit, cuando no se encuentra algo lucrativo para invertir grandes cantidades de dinero se produce una crisis. Y muchas veces la mejor solución es la reconstrucción o remodelación de esas ciudades emblema. Así se logra absorber ese superávit.
En París hubo una restauración del poder clasista y el estilo imperial. Y en Nueva York se invirtió una millonada para que los residentes de NY se movieran de la Gran Ciudad en busca de un lugar “mejor”. Según Harvey, este proyecto metropolitano de suburbanización salvó al capitalismo. Aunque sea por un tiempo, porque después vino la segunda parte: que NY empiece a ser muy caro, que los latinos y negros que allí vivían se tengan que ir, que sea una meca del turismo (con el famoso I ♥ NY), y que finalmente vuelva a imponerse la ciudad como el centro financiero mundial. Esta parte del libro es muy buena.
Ahora, mientras leía el librito volví a encontrar en un estante de librería Las ciudades invisibles de Italo Calvino. Me acordé lo bien que la pasé mientras lo leía y no pude resistirme a la edición de Siruela. Ya escribiré sobre eso también, pero más adelante. Que empecé diciendo que era corta la reseña y no cumplí.
Boulevard Central
John Berger y David Harvey
Edhasa
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