11 agosto 2015

Los años psicodélicos de Marta Minujín. El legado ácido del pop.

Hubo un tiempo que fue hermoso. Allá por los últimos años de la década del ’60, donde la experimentación se tomaba como forma de vida y las drogas eran las compañeras del camino a recorrer.

En ese contexto, Marta Minujín, que ya era una celebrity dentro del mundo artístico, dejó todo y se dedicó a ser hippie. Dicho de un modo más claro: se dedicó a tomar ácido lisérgico todos los días. Dos años duró esa etapa donde ella sólo hizo un par de dibujos psicodélicas (definidos por la propia Minujín como de “escaso valor estético”) y una especie de diario llamado “Lo inadvertido”. Eran una hojas muy precarias, hechas de manera manual, junto con algunos personajes que luego harían historia: Luis Alberto Spinetta, Skay Beilinson y su hermano Daniel, Miguel Abuelo, Tanguito y otros.

El libro cuenta con entrevistas muy interesantes hechas por Fernando García, periodista especializado en un término tan inabarcable como la cultura. Allí Minujín cuenta que estaba en New York cuando explotó el movimiento hippie, con anécdotas junto a Timoty Leary, Allen Ginsberg o Janis Joplin. Hubo muchas fiestas, recitales y rituales. Ella se define como una sacerdotisa con una energía que hacía que la gente quedara fascinada y muchos la seguían en su periplo lisérgico y neoyorquino.
Uno de los puntos altos de la entrevista es cuando ella dice que se arrepiente de haber largado todo por las drogas; ya que hubiese tenido una carrera con más trascendencia internacional aún de la que tiene. Minujín estaba en Estados Unidos, viviendo y exponiendo con gran éxito en ese entonces. Y confiesa que se salvó de milagro, que el LSD es una droga que dejó a mucha gente estropeada, loca o muerta y que la ingesta diaria era un abuso para el cuerpo. Pero todo fue por “tener las puertas de la percepción abiertas”.

Después de New York, volvió a Buenos Aires. Siguió con el ácido, una novedad en aquella época que hizo que la pruebe todo el Instituto Di Tella, hasta Romero Brest! Y allí fue que nace este pequeño diario o revista casi hecho a mano, con copias en offset, que se repartían en la calle y que tuvo sólo ocho números. El libro es un intento de recopilar (en edición facsímil) los pocos números que encontraron de Lo inadvertido. Hojas sueltas que reconstruyen lo más hippie,  lisérgico y underground que hubo en Argentina.


Lo inadvertido fue una publicación que enaltecía las drogas (el LSD y la marihuana), la música, la libertad y la poesía. Hojas llenas de color y juventud, todo muy desorganizado por ser espontáneo, con mucho rock y algo de cultura oriental. La contracultura, casi sin proponérselo.

La investigación de Fernando García y sus notas a pie de página son muy buenas. Allí, uno aprende sobre bandas de la época, autores, drogas legales que servían para “elevarse” y términos que uno creía manejar. Por ejemplo, Naufragar, aquella frase que inmortalizó La balsa significaba en realidad “estirar el día lo más posible dentro de la noche atravesando la ciudad, los bares y los departamentos ‘copados’”.

Texto de Luis Alberto Spinetta

Muy interesante recuperar aquella época a través de una propuesta única e irrepetible. Un documento para guardar.



Los años psicodélicos
Marta Minujín y Fernando García (investigación y entrevistas)
Mansalva

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